miércoles, 2 de mayo de 2007

La pelicula del 2 de mayo de 1808 la conto Goya con su pintura


Después de los sucesos del Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808), Madrid es ocupada por el general Murat (23 de marzo). Tras la llegada triunfal de Fernando VII (24 de marzo) y su padre, que acababa de ser forzado a abdicar, ambos son obligados a acudir a Bayona para reunirse con Napoleón, donde se producirá la final abdicación en José Bonaparte. En Madrid queda una Junta de Gobierno como representante del rey Fernando VII.

Sin embargo, el poder efectivo queda en manos de Murat, el cual reduce la Junta de Gobierno a un mero títere o simple espectador de los acontecimientos. El 27 de abril Murat solicita, supuestamente en nombre de Carlos IV, la autorización del traslado a Bayona de la reina de Etruria (hija de Carlos IV) y del infante Fernando de Paula.

Si bien la junta se negó en un principio, en su reunión en la noche del 1 al 2 de mayo y ante las instrucciones de Fernando VII llegadas a través de un emisario desde Bayona (conservar la paz y armonía con los franceses), finalmente ceden.

El 2 de mayo de 1808, la multitud comenzó a concentrarse ante el Palacio Real. El gentío vio como los soldados franceses sacaban del palacio a la reina de Etruria, cuya salida no produjo conmoción alguna. La presencia de otro coche hace deducir que está destinado al infante Francisco de Paula.

Al grito de ¡Que nos lo llevan!, el gentío penetra en el palacio. El infante se asoma a un balcón aumentando el bullicio en la plaza. Este tumulto es aprovechado por Murat, el cual despacha a un batallón de granaderos de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería, los cuáles disparan a la multitud. Al deseo de impedir la salida del infante, se une la de vengar los muertos y deshacerse de los franceses. La lucha se extendería por todo Madrid y duraría horas.

Los madrileños tuvieron que descubrir en ese instante las necesidades de la guerra callejera: constitución de partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; obligación de proveerse de armas (luchaban navajas frente a sables); necesidad de impedir la llegada de nuevas tropas francesas...

Todo esto no fue suficiente y Murat pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de Madrid para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas fuera de Madrid, el grueso de las tropas de Murat (unos 30.000 hombres) ya había penetrado en la ciudad, haciendo un movimiento concéntrico para adentrarse en Madrid.

Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la Puerta de Toledo, la Puerta del Sol y el Parque de Artillería de Monteleón, esta operación permitió a Murat poner a Madrid bajo la jurisdicción militar. Esto es, tratar a los madrileños como rebeldes. Puso igualmente bajo sus órdenes a la Junta de Gobierno.
Poco a poco, los focos de resistencia van cayendo. Acuchillamientos, degollamientos, detenciones...

Mamelucos y lanceros napoleónicos extreman su crueldad con el pueblo madrileño. Cientos de españoles, hombres y mujeres, y soldados franceses murieron en esta refriega. El lienzo de Goya La Carga de los Mamelucos refleja la luchas callejeras que tuvieron lugar ese día.

Murat pensaba, sin duda, haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los españoles, infundiéndoles un miedo pavoroso (garantizando para sí mismo la corona de España). Sin embargo, la sangre derramada no hizo sino inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras.

El mismo 2 de mayo, por la tarde, en la villa de Móstoles ante las noticias horribles que traían los fugitivos de la represión en la capital, un destacado político (Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra), Juan Pérez Villamil hace firmar a los alcaldes del pueblo (Andrés Torrejón y Simón Hernández) un bando en el que llama a todos los españoles a empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital.

Dicho bando haría, de un modo indirecto, comenzar el levantamiento general, cuyos primeros movimientos (suspendidos eso sí) fueron los que promovieron el corregidor de Talavera de la Reina, Pedro Pérez de la Mula, y el alcalde Mayor de Trujillo, Antonio Martín Rivas; ambas autoridades prepararon alistamientos de voluntarios, con víveres y armas, más la movilización de tropas, para acudir al auxilio de la Corte.

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