domingo, 1 de abril de 2007

El portico de la Semana Santa: Domingo de Ramos


El relato lucano de la Pasión podría estructurarse en cuatro partes:

1. Cuando llegó la hora
2. La hora de las tinieblas
3. La mañana del juicio
4. La tarde de la ejecución

Lucas nos relata el último día de la vida de Jesús; nos entrega la última memoria que Él nos dejó.

1. Cuando llegó la hora: se trata del último gesto, de la última lección y de la última advertencia. El gesto último de Jesús tiene que ver con su deseo de compartir la fiesta de la liberación con "los suyos" y configurarla "eucarísticamente". Les ofrece dos veces el cáliz de la Alianza y una vez su cuerpo hecho pan. La lección última tiene que ver con el uso del poder: Jesús se presenta como modelo de servicio, como "el que sirve" y no viene a ser servido (¡en correlación con el lavatorio de los pies de Juan). La última advertencia tiene que ver con el momento apocalíptico que se acerca. Jesús les comunica a sus apóstoles que Satanás ha pedido permiso para tentarlos, que los poderes del mal se están movilizando y que es necesario prepararse para esa batalla. No lo entienden bien, porque piensan en utilizar espadas. Jesús fue el primero que dijo "¡Basta ya!". ¡Basta ya! de violencias. Les invita, en cambio, a la oración, más allá de todo cansancio. La oración y la vigilancia es el arma apocalíptica que atrae a los ángeles defensores y gana batallas.

2. La hora de las tinieblas: "Esta es vuestra hora... de noche, cuando la gente no os ve". Es el reproche de Jesús a quienes no utilizan "luz y taquígrafos" -como solemos decir-. Lo hacen todo a escondidas para no ser sorprendidos y quedar bien. Es la hora de la traición del amigo, es la hora del abandono más cruel, de la no-solidaridad,... ¡Es la hora de la indignidad! Sólo cuando amanece uno se da cuenta de su vileza. Ya sólo cabe llorar.

3. La mañana del juicio: En un día quieren acabar con Jesús... antes de que llegue la tarde. Cuando hay intereses de por medio ¡qué agil es la justicia! Los miembros del Sanedrín madrugan. Quieren juzgarlo por declararse el Cristo, pero Jesús es más inteligente que todos ellos y los deja sin argumentos: "Si os lo digo no me creeréis; si os pregunto no me responderéis". El único argumento que les queda es el pataleo parlamentario: se evitan el juicio y todos se levantan contra él. Después lo llevan a Pilato para que lo juzgue por declararse "rey de los judíos". Jesús lo reconoce. Pilato no encuentra en él ningún delito; tampoco el curioso Herodes. Pilato cede y "se lo entrega a su voluntad". ¡Un fiel reflejo de lo que pueden ser muchos juicios sobre la tierra!

4. La tarde de la ejecución: Se organiza la comitiva. Jesús va delante y detrás el Cireneo a quien obligan a llevar la cruz, pero también mujeres que se dolían y lamentaban por Él. Jesús tiene energías para hacerles ver la gravedad del momento: hay que llorar no por Él, sino por lo que va a suceder, por las nuevas generaciones, por la situación mundial, por la perversidad que se instaura en los lugares de decisión... porque el velo del Templo se va a rasgar. También van con Jesús dos malhechores a los que también ejecutan. Clavado en la cruz Jesús ora a su Abbá y pide perdón por los demás, por su nesciencia. Al insulto y la burla él no responde.

A quien tiene el corazón abierto, como el buen malhechor, le promete el paraíso. Llega la hora de las "tinieblas de Dios" sobre la tierra, la hora en la que el Templo deja de ser templo. Es la hora de la última oración y grito de Jesús: "Abbá en tus manos encomiendo mi espíritu". Quien había sido juzgado por los romanos y los judíos, encuentra en cada grupo un hombre que queda transformado por la muerte de Jesús: el centurión y José de Arimatea. La gente vuelve a casa reconociendo su maldad e injusticia. Las mujeres están a la altura de Dios y siguen compasivas, hasta la tumba, a Jesús.

No te olvides de meditar la Pasión del Señor, su lectura ha hecho muchos santos.

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