viernes, 27 de abril de 2007

La lectura diaria de la Palabra de Dios


Leo la noticia de que en 2008 se celebrará, en el Vaticano, del 5 al 26 de octubre, un Sínodo de Obispos sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia». Y no me queda más remedio que afirmar qué ya era hora, porque a pesar del Vaticano II, todavía queda mucho por hacer para que los fieles conozcan un poco mejor la Palabra.

Cualquiera puede comprobar que con la lecturas de la misa en castellano hemos ganado mucho, pero todavía queda mucho por hacer para que la Palabra sea meditada, acogida, y valorada. Yo que sigo bastante de cerca las noticias del Papa Benedicto XVI, me he dado cuenta de la insistencia con que anima a los católicos a la lectura diaria de la Palabra de Dios.

Tenemos que aprender a leer, a escuchar y a rezar la Palabra porque la Biblia siempre será el mejor libro de espiritualidad que existe, por esa sencilla razón de que Dios se ha revelado a los hombres con una Palabra. Ya sé que se ha hecho mucho para dar a conocer la Palabra, pero hay que seguir poniendo iniciativas porque es un alimento insustituible para la vida de nuestros cristianos y de las comunidades.

Desde hace años, en la parroquia de Covadonga, todos los días de diario, durante la misa, escuchamos la Palabra, la meditamos un poco, y luego la explicamos. Así he podido comprobar como a los fieles que asisten a misa les anima y enriquece en su vida cristiana. Se trata de entender un poco esos textos de la Escritura y de responder a ellos con la vida, de un modo muy sencillo, luego uno puede continuarlo en su casa, de modo que le ayude en su vida de oración.

Aplaudo esta iniciativa del Papa Benedicto XVI por poner a la Palabra de Dios en el centro de la vida de la Iglesia, algo que ya estaba, pero que conviene que el Papa nos lo recuerde para que lo valoremos mucho más, debido a la importancia que tiene para la vida de fe de los fieles.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este miercoles estuve en la audiencia del Papa en Roma, y precisamente hablo de la lectura de la palabra y recomendó el metodo de Origenes, persona de la que oí hablar por primera vez. Rece por las intenciones del señor párroco y de su parroquia, la cual tengo en sus oraciones

Arturo