domingo, 15 de abril de 2007

"Señor mio y Dios mio", el unico posesivo que durara siempre


Es uno de los pasajes de todo el evangelio que más me gustan porque ahí veo el cambio de un hombre escéptico a un hombre nuevo, a un hombre lleno de fe, como fue el apóstol Tomás.

Me agrada comprobar la amistad, el señorio y la categoria de Jesús Resucitado que no echa nunca en cara a Tomás, el que no haya creido a sus compañeros. Simplemente, lo busca para enseñarle las señales de los clavos y animarle a que no se aleje de sus amigos.

Y es que cuando nos toca el amor de Jesús respondemos con todo lo que somos: "Señor mío y Dios mío". Parece un cheque en blanco de uno que ha dejado de ser incrédulo y se ha convertido en un hombre de fe y de confianza en Jesús. Seguro que ante los detalles de amistad de Jesús, con esas palabras Tomás intento decirle: "cuenta conmigo para lo que quieras".

Yo veo la entrega de Tomás en esas palabras y también me gusta considerar que hay un posesivo que no terminará nunca, y es el de "Señor mío y Dios mío". Todo lo demás pasará, mi mujer, mi hijo, mi marido, mi trabajo, mi vida...todo pasará, pero siempre se quedará con nosotros un posesivo que no se desgastará nunca "Señor mío y Dios mío".

Durante el tiempo de Pascua es facil rezar, dirigirse a Dios, basta con decirle despacio "Señor mío y Dios mío"

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