viernes, 20 de abril de 2007

Predicar en los funerales


Cuando vamos teniendo unos años de ministerio, una de las cosas más díficiles en estos tiempos es la predicación en los funerales de nuestros feligreses alejados de la fe.

Yo esta tarde acabo de tener un funeral, y aunque la gente que ha venido la he visto un poco alejada de la fe cristiana, no podemos pensar que son irrecuperables, siempre se puede hacer algo por esas personas que nos piden que recemos por sus familiares difuntos.

Ningún cura tiene una varita mágica para acertar en las ocasiones en que se ve que la fe de nuestros feligreses flojea mucho. Por desgracia la gente no sabe rezar, confía poco en Dios, y hasta los funerales pueden parecer un acto social más. No cabe la menor duda que el cura que celebra una misa de funeral tiene muchas cosas encontra, como me decía un amigo con humor: "yo en esas misas lo tengo todo en contra, bueno, menos al difunto".

La realidad es la que es, y no cambia por darle vueltas, sin embargo creo que podemos hacer algo. A mí me dan resultado las siguientes: rezar por los familiares del difunto que también lo necesitan, tratarles con mucho cariño, antes y después de la celebración de la eucaristía. En la homilia hablarles con cariño a los familiares del difunto, porque todo el mundo se da cuenta si le tratas con cariño, con rutina, o sólo racionalmente.

Nosotros puede que no nos demos cuenta, pero ellos sí que se dan cuenta si ponemos cariño en lo que decimos y hacemos. Los curas estamos muy acostumbrados a hablar a la gente, desde la inteligencia, dando razones, con un vocabulario teológico que a ellos les dice poco. Todo ese modo racional y discursivo de hablar les interesa poco.

Pero la gente siempre se queda con el cariño con que celebras la misa por su familiar, con el cariño con que les diriges unas palabras. Puede que no te digan nada, pero después de una misa de funeral, te han examinado, y se han dado cuenta de cómo es tu fe en Jesucristo, y cuanto les quieres, y esa impresión es la que se llevan a sus casas.

No puede ser que a estas alturas de la Redención, los curas creamos que hay gente que no tiene solución, que está perdida. En estos días pascuales Jesús nos enseña en el encuentro con Tomás, que no hay nadie perdido definitivamente, que la fe en Jesús vivo se puede recuperar, incluidos los que llevan muchos años ejerciendo de agnósticos.

Por eso tenemos que confiar un poco en Dios y tratar con cariño a la gente, así devolveremos la fe en la resurreción a mucha gente cercana y alejada. Y si lo piensas detenidamente, te darás cuenta que no es tanto lo que Dios pide a los curas en los funerales.

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