domingo, 11 de febrero de 2007

La homilia del 6 domingo: Las Bienaventuranzas


Siempre me ha costado entender cuando era niño las bienaventuranzas, ¿cómo podían ser felices unos hombres que a primera vista sólo tenían en el corazón sufrimientos? Con los años me he dado cuenta que para quien confia de verdad en Dios, todo es para bien.

Ahora que me toca explicarlas, y siempre digo que el rostro de Jesús y su corazón están tallados por las actitudes de las bienaventuranzas: la confianza en Dios, la misericordia, la humildad, el desprendimiento, la lucha por la paz, la persecución por ser santo...todo eso lo tiene en su cara y en su corazón.

La confianza en Dios es la primera bienaventuranza, y de la que se derivan todas las demás. Si hay alguien que ha confiado en Dios ese es Jesús, porque la pobreza en el espíritu comienza por la confianza en Dios. Y si nos fiamos de Dios, todo lo demás se nos dará por añadidura, incluida la santidad.

Me gusta leerlas, meditarlas, interiorizarlas, ya que es el programa de Jesús para instaurar el Reino de Dios en la tierra y para premiarnos después en el cielo. Te pido que las bienaventuranzas te las sepas de memoria, y procura que esas actitudes estén en tu corazón aunque te cueste vivirlas, así te irás conformando con Jesús.

¡Ah, no te olvides que en la tarde de la vida, te examinarán por las bienaventuranzas: si has confiado en Dios, y si has dado de comer, de beber, si lo visitaste en la cárcel...y tantos detalles pequeños de amor al prójimo ...!

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