domingo, 3 de junio de 2007

Domingo de la Santisima Trinidad


Mi amigo José Carlos, que es un cura vecino de Madrid, del barrio de San Blas, y que está haciendo una gran labor con jóvenes y con matrimonios, me dice que haber si escribo la homilia del domingo, el sábado, porque a él le gusta echar un vistazo.

Se me ocurre esta tarde hacer un viaje con los lectores del blog por la historia de la salvación charlando un poco sobre la Palabra que nos presenta la liturgia de la fiesta de la Trinidad. Para este viaje no hace falta maleta, solo tener los ojos abiertos para contemplar la grandeza de Dios.

De la Trinidad tenemos una visión deformada y miope porque la hemos identificado con los tres ángulos del triangulo. Por eso para muchos cristianos Dios se parece más a un problema de geometría, que a un Padre que ama y conoce a sus hijos.

El libro de la Sabiduria nos habla de la creación como una postal de colores admirables, que nos recuerda a Dios creador del mundo "con sabiduría y amor", por eso, como dice el salmo 8, "su nombre es admirable por toda la tierra". Este Dios nuestro ha hecho el mundo por amor, no con fines utilitaristas, sino para estar con nosotros, para darse un paseo en carreta y disfrutar de sus hijos al atardecer.

Pero no debemos olvidar que en el centro de esta postal está la mejor obra de Dios: Jesús. En Él se ha revalado todo el amor del Padre. En Él y en su Espíritu tenemos la paz, la reconciliación, el acceso a Dios Padre. Por eso la esperanza colorea la postal de este viejo mundo, a pesar de las tribulaciones que nos rodean, como bien dice San Pablo en su carta a los romanos.

Y andando el camino llegamos al evangelio, que nos habla de la comunión y relación entre las Tres divinas personas. Aquí se nos recuerda que Dios es un Padre, no un ser lejano que vive donde brillan las estrellas; un Dios que es Hijo y se ha hecho uno de nosotros, se ha encarnado para traernos la luz y la magia del amor; un Dios que es Espíritu y nos quiere llenar de su fuerza y de su verdad para que tengamos siempre la imagen de Cristo en nosotros.

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