viernes, 8 de diciembre de 2006

La historia del Belen



Cuenta la historia que, Francisco de Asís, habiendo cantado las palabras “y lo acostaron en un pesebre”, él se arrodilló para meditar brevemente en el sublime misterio de la Encarnación y en ese instante apareció en sus brazos un bebé, rodeado de brillante resplandor.

En la basílica de san Francisco, en Asís, se puede ver una pintura del Giotto que representa a san Francisco celebrando la Navidad en Greccio. A partir de entonces se extendió en todo el mundo cristiano la devoción al pesebre.

Cada año, desde la víspera de Navidad hasta la octava de la Epifanía, en las iglesias católicas se coloca una cuna que representa el sitio del nacimiento de Cristo, con objeto de recordar a los fieles el misterio de la Encarnación y de traer a la memoria los eventos históricos relacionados con el nacimiento del Redentor, según constan en la Tradición y en los Evangelios.

El viejo templo franciscano de Ara Coeli de Roma posee quizás uno de los más grandes y hermosos pesebres del mundo. Es en él donde se expone cada año el famoso Bambino di Ara Coeli, desde la víspera de Navidad hasta la festividad de la Epifanía.

Las figuras que componen el pesebre son el Niño Jesús, La Virgen, San José y la mula y el buey.

Una muy antigua tradición afirma que en el establo estaban un buey y un asno al momento del nacimiento de Cristo. La tradición hace alusión a Isaías (1, 3): “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo”.

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